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Perú

ERNESTO SANCHEZ SILVA

El Mítico Poncho Negro

El mitico Poncho Negro, no tiene un techo donde vivir. El mítico Ernesto Sanchez Silva , a sus 96 anos, vive en una casucha en el cerro 7 de octubre, el mismo lugar cuya ocupación encabezara en 1964, cuando no había terreno libre que se le resistiera.

En 1964, Ernesto Sanchez Silva se convirtio en el padre de las invasiones. Tras su primera gran movilizacion de invasores que tomo el cerro 7 de octubre, convirtio este hecho en un oficio que sumo a sus dotes de artista, cantante y maestro cocinero. Durante tres decadas , el hombre del poncho negro organizo y dirigio organizo y dirigio al menos 132 invasiones de principio a fin. Asi nacieron muchos pueblos jovenes que en algunos casos hasta se convirtieron en urbanizaciones en El Agustino, Comas, San Juan de Lurigancho y otros distritos de Lima.

Ese mismo hombre que por decadas se sintio dueno de terrenos ajenos que los hacia suyos y luego los vendia, hoy no tiene un techo propio que lo cubra. “Poncho Negro habita en lo alto del cerro 7 de octubre. Alli donde encabezara su primera gran invasion, dentro de una choza levantada en una estrecha  callejuela. Su morada esta sostenida por palos y maderos: las paredes son de carton y estera: telas y manteles de plastico cubren parte del techo: la puerta esta hecha de viejas calaminas. Y ni siquiera la choza, o “techo de gitano” como la llama, es completamente suya.

“La lluvia me esta destrozando mi vivienda. Al menos me gustaria contar con madera o tripey para sostenerla. Por los agujeros se cuela el agua y hasta a veces amanezco empapado”, explica y dice  que no vive solo. “Me acompanan  mis cuatro perros, dos gatos y la presencia ocasional de mis ahijados que cuando vienen me dejan propina”.

El que tuvo todo hay no tiene nada.

A pesar de tantos reveses, don “Poncho”, como lo llaman sus vecinos, es tan fuerte como un roble. A sus 96 anos, solo reporta un leve dolor a os huesos cuando el frio  es inclemente y un par de neumonias producto  del techo agujereado.

El mas antiguo invasor de tierras y, quizás, el primero de todos  hoy recoge sobras  de comida para venderlas a las chancherias. “Pero antes separo raciones para mi y para mis animales”, cuenta. Y en pocas ocasiones asesora a los nuevos invasores en leyes y estrategia a cambio de un sencillo para sobrevivir.

“Las tierras no son de nadie. Son de Dios y para sus hijos. Y aposte por los que nada tenían , ni un techo para vivir, gente del campo que venia a esta gran capital para forjarse un mejor porvenir y era tratada como ganado. Los dirigentes  tomamos las tierras  y las repartimos a precios simbólicos que nos permitían realizar otras ocupaciones a favor de los mas pobres. No tuve codicia ni avaricia. Personalmente, nunca comercialicé terrenos para mi beneficio propio: si hubiese sido así, hoy seria dueño de los conos y de muchas urbanizaciones, pero como ven, esto es todo lo que tengo”, sostiene.

Sanchez tiene su forma de ver las invasiones modernas. ” La mayoría de ellas no acaban bien, los botan, y eso es porque no hablaron antes con “Poncho Negro”, reclama,. Insiste en que el único titulo  de propiedad es el de Dios. ” Cada peruano tiene derecho al menos a 160 metros  cuadrados, aunque a veces esto cueste sangre, sudor y lagrimas”, añade. Según el nunca comercializó sino mas bien “impulso el derecho a la tierra trabajada por todos”. Ahora, su único deseo es regresar a Huacho, su tierra natal, aunque por ahi le han dicho que el lugar donde nació hoy se ha convertido, curiosamente en un convento. Si fuera  así, asegura, lo invadiría.

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