El Niño, El Arte y La Paz

Formar Generaciones para la Paz


Perú

José Manuel Vidal

(Padre Chiqui)

El padre José Ignacio Mantecón es jesuita, de origen español, en concreto zaragozano, y aquí todo el mundo le llama el padre Chiqui, por chiquito, porque siempre ha sido el más bajito: en la familia, en el colegio, en el equipo de fútbol y en el noviciado. Sin embargo, es enorme la pasión con la que lleva treinta años en Perú, trabajando con travestis, en el mundo de las pandillas, educando a través del deporte, la música, la pintura…

Llegando, por medio de la educación, el empleo y el tiempo libre, a los “tatuajes del corazón” de los “últimos”, a los que ha conseguido reinsertar en la sociedad. Esos que preocupan también a Francisco, un papa que, según Chiqui Mantecón, habla de la libertad con libertad. Vamos a conversar con él de cómo los valores del Evangelio se expresan muchas veces sin palabras.

Chiquito pero matón, en cuanto a tu obra, a lo que has conseguido.

Hacer más o menos no es lo que importa, sino ser fiel a lo que estás haciendo. Todo el mundo habla del éxito cuando hace una cosa, y a mí tener éxito no me preocupa nada. La excelencia, y esas cosas, creo que son menos importantes que la fe en lo que haces en sí mismo, al margen de los resultados que dé.

Llevas treinta y pico años, toda una vida, dedicado a lo que en España conocemos como las bandas. Maras en Latinoamérica.

La verdad es que he hecho un poco de todo. Empecé trabajando, cuando llegué a Perú, en la Fundación Fe y Alegría, en colegios populares. Tras tres años, pasé al Agustino, que es un distrito con muchos habitantes y muchos problemas de pobreza, violencia… Es el barrio con el índice más alto de tuberculosis.

Fue en la categoría de Sociedad Civil – Experiencias Extraordinarias. El Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) otorgó el Premio por la Paz 2015 al Padre Chiqui por su labor social en el distrito de El Agustino.

José Ignacio Mantecón SJ, lleva más de 30 años trabajando con jóvenes en alto riesgo especialmente con pandilleros en El Agustino, dando importantes aportes en seguridad ciudadana tanto para personas como para diversos gobiernos públicos del país. Por ello se convierte en el segundo jesuita en recibir el reconocimiento de Premio por la Paz (en el 2013, el P. Fred Green SJ fue premiado con el mismo reconocimiento en la categoría Sociedad Civil – Persona Natural por su labor educativa en Tacna).

Su prédica involucra a todos dentro del plan de Dios. “Todos están en ese plan de construir un mundo diferente donde todos podamos caber, respetarnos y querernos”, dijo alguna vez refiriéndose a los travestis, que son parte de la población marginal con la que trabaja en El Agustino.

EL PADRE CHIQUI

Tiene 69 años, más de 30 años de ellos trabajando en El Agustino, a donde llegó como “un hijo de los 60”: con pelo largo y collares; una imagen muy distante del sacerdote de sotana que solemos ver. A los 17 años decidió ser sacerdote.

Es un fiel convencido de que el peor pecado del ser humano es el egoísmo que trae como consecuencia la injusticia, marginación y violencia.

Si bien le gusta el fútbol, dejó de jugarlo cuando se lesionó gravemente. Le gusta la música y grabó un disco en España.

José Ignacio Mantecón Sancho, el jesuita nacido en España hace 69 años, se nacionalizó peruano. Más de la mitad de su vida lo ha pasado en El Agustino donde impulsó el primer comedor popular y el emblemático Agustirock, semillero de talentos como Los Mojarras.

Personajes y sus Biografías